José Manuel tiene 56 años y es padre de familia numerosa, le conocen como el padre de Pablo. Tiene 5 años, el mayor tiene 31 años. Es profesor de un instituto público. Recuerda que cuando iba a nacer empezó a tener muchos problemas a la hora de parir. “Nos empiezan a contar el estado de cómo estaba Pablo. Nos dimos cuenta que el sufrimiento iba a  estar presente y la forma de vida nos iba a cambiar”, explica. La vida había entrado en otra dimensión. También se dió cuenta que la situación iba a ser muy grave. Una situación para la que nadie estaba preparado.

Recuerda que antes de nacer Pablo, estaba estudiando para ser profesor y estaba estudiando para ser profesor de Educación Especial. Quién le iba a decir que su vida cambiaría tanto y que la discapacidad formaría parte de su día a día. “Tuve un pensamiento y me dije, no será que me estarás preparando para un hijo así”, explica. Cerró el libro y de la misma manera abandonó el estudio. 

“Hoy por hoy podemos decir que vivimos bien. Como todo el mundo. El poder vivir como todo el mundo es algo admirable para todos nosotros”, cuenta. Una frase sencilla en una vida complicada como la que tienen. Tener a Pablo, es una cosa maravillosa para ellos y nunca ha pedido al Señor que lo cambie. A José Manuel le gusta cómo es. “Pablo nos ofrece muchas cosas. Lo imposible se hace posible. Lo imposible era vivir bien y lo posible es que vivimos bien”, recalca.

“Con Pablo he aprendido a que el sufrimiento forma parte de la vida y el sufrimiento no empeora la calidad de vida. Los momentos de ser feliz van unidos a él. La vida está en compartir, en dar”, sostiene. “Pablo te pone en la tesitura permanente de dar. Me ayuda a cosas que no te gustan. Me gusta dedicarme a mí”, cuenta. “Lo más importante en la vida es el amor, se lo digo a mis alumnos. 

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