María Álvarez de las Asturias está casada y tiene cuatro hijos. Trabaja en el Tribunal Eclesíastico en Madrid, también se dedica a dar acompañamiento a matrimonios y familias. Se educó en un ambiente católico, se vivía la fe con bastante naturalidad. No era una fe impuesta. Estudió derecho en Icade y la asignatura que más le gustó es el Derecho Matrimonial Canónico. 

Esto coincidió en el tiempo con el momento en conocer a su futuro marido. No tenía una especial vocación al matrimonio en aquella época. “Fuimos viviendo una relación de noviazgo, y supimos que queríamos vivir juntos toda la vida”, explica. Esta asignatura le daba mucha más formación para vivir mejor ese noviazgo incipiente. El derecho matrimonial civil le llamaba la atención pero no se veía capaz que acompañar a personas en una ruptura matrimonial. “Las rupturas se me hacían muy duras y no encontraba mi lugar profesional”, sostiene. 

Un día vió un anuncio sobre Derecho Canónico, y al preguntar les comentaron que era bienvenida. El primer año de estudios se casaron y el segundo año ya estaba embarazada de su primer hijo. “Empecé a buscar mi lugar profesional para ejercer todo lo que había aprendido”, comenta.  Había encontrado en los estudios del Derecho Canónico una propuesta mucho más cercana y a la vez desconocida de ayudar a las personas. 

Cuando se acercaba alguien a preguntar, podía darles una respuesta. “Esta llamada del vicario judicial para trabajar en su equipo fue como una llamada del mismo Jesús a trabajar también. Pensaba cómo me llamas a mí que soy una católica mediocre en esta labor”.“Cuando le das permiso al Espíritu Santo, lo revoluciona todo y te cambia”, reconoce. Empezó a trabajar en el Tribunal Eclesíastico de Madrid y desde el principio cuando estudiaba estos casos veía el sufrimiento de las personas. 

Veía en estas personas el desconocimiento más absoluto que tenían el uno sobre el otro. “Cuando veíamos el matrimonio cómo se vivía, a los dos nos interpelaba y nos daba pena”. A lo largo de la vida matrimonial observaba que estas personas que llegaban al tribunal habían estado muy solas en el proceso.  María está dedicada y centrada en la formación del noviazgo. “Vivir el noviazgo es fundamental”. Además acompaña en procesos de duelo y de heridas familiares. 

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