Santa Teresa de Ávila es una de las más grandes santas en la historia de la Iglesia. Tal vez sepas que esta monja, mística y doctora de la Iglesia dijo en cierta ocasión que “Sé por propia experiencia que no hay nada mejor que el agua bendita para expulsar al demonio de nuestro lado”.
Lo que no es muy conocido es la experiencia que la llevó a sacar esta conclusión, la cual ella misma describe en su autobiografía.
En el capítulo 31 ella recuerda la vez en que fue atacada por el demonio:
“Parecía le salía una gran llama del cuerpo, que estaba toda clara sin sombra. Díjome espantablemente, que bien me había librado de sus manos, mas que él me tornaría a ellas”.
Asustada, se santiguó varias veces hasta que el demonio desapareció, pero luego de un tiempo volvía para atormentarle. Esto ocurrió dos veces, hasta que notó que tenía cerca agua bendita y tomó una decisión. “Yo no sabía qué me hacer; tenía allí agua bendita, y echela hacia aquella aparición“, escribió, “y nunca más volvió“.
Por eso ella escribió en otra carta que “el espíritu entiende el mal espíritu: y aunque con los ojos corporales no lo vea, lo debe de ver o sentir el alma. Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con la que más huya. Esto me ha aprovechado muchas veces a mí”.
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