Santiago y Julián son dos músicos católicos. El grupo musical de ellos es Maikka. Ellos son dos jóvenes con familias tradicionales. Siempre se caracterizaron que desde pequeños les gustaba el arte. Julián ya desde pequeño le gustaba la música. “Todos mis anhelos estaban puestos en el mundo, tener dinero y mujeres, el ego estaba muy presente en mi vida”, reconoce. 

El mundo que tanto anhelaban les estaba abriendo las puertas del éxito, tocando en bares, la bebida, la promiscuidad. “Era un mundo que parecía no tener salida y te empiezas a preguntar el por qué no estás feliz si estás haciendo lo que querías”, explica.

Julián reconoce que empezó una época de vacío. “Una voz amiga me rescató, pude escuchar ese llamado. Pude entender quién era quién me estaba buscando. El pecado me tenía consumido”, relata. Ahora dan gracias por tener la vocación de ofrecer los dones del Señor. 

Ambos vienen de Colombia, una sociedad conservadora, pero cuando empezaron a vivir en el mundo, se enfocaron más en lo material. “Cuando se te presenta la oportunidad de acceder a los vicios que te llevan a otro estado mental, empiezas a vivir en un mundo en el que solo te interesa eso y conseguir el fin que es una supuesta felicidad”, comenta Santiago. 

Santiago explica cómo empezó su ego a alimentarse pero ocurre un accidente que le impide dejar un poco más parado el mundo artístico. “Julián y yo nos encontramos en un trabajo como camareros con la idea de vivir una vida loca. Cuando nos conocimos simplemente nos cruzábamos las miradas. Él me comentó que estaba estudiando música y yo también estaba estudiando el mismo instrumento, fueron varias coincidencias que sorprendían”, explica. Esas coincidencias no fortuitas les estaba dando la pista de que algo tenían que hacer. 

Empezaron a dar los primeros pasos para comenzar a rodar en la música. Era la búsqueda de un reconocimiento personal lo que estaban deseando. “Vivimos la vida bohemia. El sentimiento de culpa te llevaba a refugiarte en el alcohol y las drogas. Volvía la pregunta que qué era lo que nos faltaba si lo teníamos todo”, insiste Santiago. 

Recuerda como un día a Santiago le invitan a un Rosario hasta que llegó y simplemente sintió algo muy bonito, sintió amor. “Una persona se acerca después del Rosario y me dijo que mi música le tocó el corazón”. Ese click le hizo reflexionar sobre el cambio de vida que necesitaba. 

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Puedes seguir su música y su proyecto de evangelización aquí: https://www.instagram.com/maikkamusic/?hl=es