Enrique Vidal, es un joven de 35 años que se dedica al diseño gráfico y es además editor de videos. Sin haber estudiado la especialidad de video ha ido consiguiendo trabajo en este sector gracias según explica él a Dios que le ha ido ayudando. La relación que ha tenido Enrique con la iglesia la define como nula en su infancia y su juventud ya que sus padres decidieron no bautizarles ni a su hermano ni a él. Cuando de pequeño pasaba delante de la iglesia no sabía nunca qué podía suceder ahí dentro.
Se consideraba un mal estudiante, le costaba mucho estudiar y en cuanto a las relaciones con las chicas de su edad era siempre el «amigo» que cualquier chica podía tener pero no fructificaba. Tuvo su primera novia a los 18 años y por supuesto tuvieron relaciones como muchos jóvenes de la época, cuenta que si ahora hubiera conocido otras opciones como la castidad, hubiera llevado la relación de diferente manera.
Cuando lo dejó con su novia, su madre a su vez lo dejó con la pareja que tenía en aquel momento. Fue el momento idóneo donde ambos pudieron conocerse mejor como madre e hijo y compartir espacio y tiempo entre ellos. Al encontrase mal por la ruptura, la madre empezó a dar un primer paso de acercamiento a la iglesia. Encontró un refugio en la iglesia. Y es que las hermanas del Hogar de la Madre se encontraban por la zona donde ellos vivían, hablando con la gente. Entonces las hermanas las animaron a acudir a la parroquia. Empezó a ir a ayudar en Cáritas y lo que podía.
«Estos años los recuerdo como muy productivos para Dios. Recuerdo una cosa muy bonita que fue cuando empecé a acercarme mucho más al cine, no solo por puro entretenimiento», comenta. Tres películas le marcaron en estos años: La vida de Pi, Brave de Pixar y el Guerrero Pacífico que la vio en la televisión.
Para que Enrique diera el último empujón a seguirle Dios le puso cerca un libro rojo y grande que su madre lo escuchó en Radio María. Ella lo quería para su hijo. Había temas muy controvertidos a los que se daba respuesta. «Me llegué a leer el libro dos veces. Una de las cosas que más me impactó fue leer que hasta el que no estaba bautizado podía salvarse», cuenta. También le hizo ponerse en acción el consejo que se daba en el libro para rezar que era como si le estuvieras hablando a tu mejor amigo.
Este, sin duda fue el comienzo del proceso de conversión de Enrique. ¿Quieres conocer su historia completa? ¡No te pierdas su testimonio!
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