Se trata de una historia con final feliz que transcurre en Chicago (Estados Unidos) en pleno verano. Un transeúnte que se detenía frente a artículos voluminosos descubrió a un bebé de una semana. El niño llevaba un rosario encima.
Para estar segura, quiso comprobar su estado y comenzó a abrir los tres cajones pequeños. Y es en uno de ellos donde se encuentra cara a cara con un bebé diminuto, sucio pero vestido, y con un rosario al cuello.
«Le hice cosquillas para ver si se movía», testifica la mujer, quien dice ser madre y abuela. «Es un milagro que llegara allí y que todos los servicios de rescate también llegaron a tiempo. Mientras los esperaba, estaba temblando de nervios», agrega añadiendo que todo este tiempo estuvo orando.
Los médicos, que acudieron rápidamente al lugar, estimaron la edad del bebé en menos de una semana. Al principio hubo preocupación por su condición ya que el rostro del niño estaba cubierto de vómito, pero al examinarlo más de cerca dijeron que el bebé estaba sano y no corría peligro de morir. El recién nacido fue trasladado al hospital infantil de la ciudad.
Mientras tanto, los agentes de policía, que abrieron una investigación, dicen que el bebé tuvo mucha suerte ya que lo encontraron antes de que el camión de la basura se llevara la cómoda y no murió asfixiado. El rosario sin duda lo habrá protegido.
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