José es un joven colombiano de 29 años de Bogotá, es profesor y padre de cuatro hijos. Viene a contarnos su testimonio familiar y matrimonial donde el Señor siempre está en el centro. En la vida espiritual siempre hay una cruz, “si uno no se sacrifica en lo espiritual, menos para lo terrenal. Siempre hay un llamado, tenemos que estar en la lucha. Y es que cuando Dios se fija en cada persona ocurren cosas muy lindas”, explica.
Recuerda mucho cuando rezaba con su familia y esa imagen en su momento de conversión le venía mucho a la cabeza. La madre de José estudió en un colegio de monjas y el padre llegó a ingresar en el seminario. “Mi padre expresaba violencia consecuencia de las experiencias de su niñez, eso tenía consecuencias en mi persona que se sumaba el que bebía mucho”, recuerda.
Se crió en un ambiente nocturno y de cierta violencia. Se empezó a convertir y a comportarse de forma machista y con cierta violencia que imitaba de esa infancia vivida. En el colegio no apostaban por él. “No conocía de la fe y de la Virgen pero sabía que ella era nuestra madre, me preguntaba qué era lo que estaba haciendo mal”, recuerda. Cuando nadie apostaba por él, Dios creyó en José.
Pero eran años todavía convulsos y empezó a consumir pornografía y a salir. “Uno se va creyendo mentiras, me creí ese cuento y empecé a vivir esa vida”. Empezó a estudiar música desde joven y utilizaba ese don de Dios para herir a Dios. “Utilizaba los medios de la música para conquistar”, reconoce. En cada mujer que conocía, José buscaba a Dios. Empezó a construir un discurso machista en su persona. “Empecé a construir un discurso para conquistar a las mujeres”.
¿Cómo crees que termina esta historia de conversión y de volver al Señor de este matrimonio tan ejemplar?
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