Oración de san Agustín de Hipona al Espíritu Santo:
Respira en mí,
oh, Espíritu Santo,
para que mis pensamientos
puedan ser todos santos.
Actúa en mí,
oh, Espíritu Santo,
para que mi trabajo también
pueda ser santo.
Atrae mi corazón,
oh, Espíritu Santo,
para que solo ame
lo que es santo.
Fortaléceme,
oh, Espíritu Santo,
para que defienda
todo lo que es santo.
Guárdame pues,
oh, Espíritu Santo,
para que yo siempre
pueda ser santo.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, escribió esta oración al Espíritu Santo.
¿Quién eres tú, dulce luz que me llenas e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Tú, más cercano a mí que yo misma y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible, y que todo nombre haces renacer:
Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!
Espíritu Santo, ¿Quién eres tú, dulce luz que me llenas
e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna y si me dejas libre,
no sabría dar ni un paso.
Tú eres el espacio que envuelve todo mi ser y lo encierra en sí,
abandonado de ti cae en el abismo de la nada, donde tú lo elevas al Ser. Tú, más cercano a mí que yo misma y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible, sorprendes a todos los nombres:
Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!
¿No eres tú el dulce maná que del corazón del Hijo en el mío fluye,
alimento de los ángeles y de los santos? Él, que se elevó de la muerte a una nueva vida,
Él me ha despertado también a mí del sueño de la muerte a una nueva vida
Y nueva vida me da, día tras día
Y un día su abundancia me sumergirá vida de tu vida, sí, Tú mismo:
Espíritu Santo, ¡Vida Eterna! ¿Eres tú el rayo que desde el Trono del Juez eterno cae
e irrumpe en la noche del alma, que nunca se ha conocido a sí misma?
Esta oración de llamada al Espíritu Santo es del fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer:
¡Ven, oh Santo Espíritu!
ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos:
fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo:
inflama mi voluntad…
He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana.
Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría,
Espíritu de entendimiento y de consejo,
Espíritu de gozo y de paz!
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