Conoce el testimonio de un sacerdote que recibe un milagro de Madre Teresa, pero su propia vocación y misión es de por sí, un milagro para los demás.

Dejó sus sueños de ser abogado empresarial para vestir una sotana y ayudar a aquellos que nadie quiere cuidar. El padre Omar es sacerdote desde hace ya 22 años y aunque inició su formación y ordenación sacerdotal en la orden de los hermanos franciscanos capuchinos en el año 2007 dió un paso para ser sacerdote diocesano. Antes de dejar la congregación estuvo en una zona de Perú porque hubo un terremoto y estuvo con los damnificados del desastre natural.

También estuvo en Irak dos meses con niños huérfanos de guerra y mutilados hasta llegar a Lima de regreso buscando donde ejercer su ministerio sacerdotal. «Tuve la gracia de Dios de recibir la llamada del que ahora es mi obispo», explica. El padre trabaja en Tablada de Lurín de Lima, una provincia de la sierra de Perú pobre, una zona donde llegó una segunda ola migratoria fuerte en los años 80 hicieron de este espacio un lugar habitado por mucha gente migrante por muchos motivos.

«Aquí trabajo desde hace 14 años, soy párroco de la parroquia de Santa María con casi 50.000 habitantes», comenta. Hubo un momento que una religiosa que el padre conocía le comentó que habían encontrado en la basura a un joven con retardo mental y que ellas en la casa no podían acogerle.

«El chico no se podía quedar sólo, yo regresé a la casa y le conté a los chicos que estaban conmigo esta historia y uno de ellos me responde y me dice, pero si le estamos preguntando a Dios qué hacer, ya nos respondió y yo no lo había visto porque tenía mi proyecto personal que era un centro de rehabilitación para chicos metidos en las drogas pero Dios tenía un proyecto diferente para nosotros y esto fue como una epifanía porque entiendes en un segundo que es lo que te está pidiendo Dios», explica el padre.

¿Qué crees que es lo que Dios le estaba pidiendo?

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